Solo basta observar alrededor del mundo, que la humanidad vive en una nube oscura, rodeada de guerras, odio, dolor, injusticia, corrupción, maldad, inmoralidad, enfermedad y muerte. Todo esto, como preámbulo a lo que la Biblia llama "principio de dolores" antes de la segunda venida del Señor Jesucristo. Y aunque es inminente su llegada, aun no ha venido, porque tu Padre Celestial amorosa y misericordiosamente espera por ti. ! Búscalo, conócelo y relacionate con Él !
EL CONDÓN, MAS LESIVO DE LO QUE PARECE.
- ¿Cómo pretende un país levantar una sociedad sana, si su núcleo que es la familia, está recibiendo esa clase de educación?
- ¿Cómo puede un gobierno permitir tales propagandas que lesionan la integridad del niño, del joven y por ende de la familia?
- ¿Hasta cuándo estos personajes públicos, con investidura de presidente, ministros, legisladores, alcaldes o gobernadores, que han sido colocados como autoridad civil, entenderán que toda autoridad es puesta por Dios y que lo que hacen es promover actos contrarios a sus mandamientos?
- ¿Cómo luchar contra lo que dicen, insinúan, incitan y hasta exigen los medios publicitarios, la prensa hablada o escrita, la televisión y el Internet, en contra de los valores, principios y mandatos Bíblicos, si las mismas autoridades civiles, elegidas por mandato popular, han modificado los principios básicos de convivencia y las leyes morales de la misma constitución nacional?
“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”.
"Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica"
1 Cor (10:23)
PROMESAS DE AÑO NUEVO.
Tradicionalmente las familias de casi todo el mundo, se reúnen el 31 de diciembre con el fin de recibir juntos el nuevo año. Ese día, regularmente se hace una fiesta, se comparten recuerdos y se dibujan sonrisas con una cantidad de expectativas sobre lo que “traerá el nuevo año”.
Mientras avanza la noche al ritmo de la música, podemos escuchar a los presentes hacer una serie de promesas para el nuevo año, casi siempre orientadas a buscar cambios en torno a pretensiones o necesidades materiales y personales. Así entonces, escuchamos como se comprometen públicamente, a hacer un sinfín de cosas: dejar de fumar, volverse vegetariano, no ingerir más alcohol o drogas, hacer dietas o ejercicios para bajar de peso, conocer algún sitio, contraer matrimonio o separarse, iniciar una nueva carrera o culminar algún estudio, cambiar de trabajo, etc., etc. Casi todos coinciden en dos aspectos muy relevantes:
En primer lugar, el ferviente deseo de cumplir con dicho propósito, y en segundo lugar, casi ninguno de ellos involucra el favor de Dios, para alcanzar sus pretensiones.
Quizás haya algo loable en algunas de esas promesas, en especial las que tienen que ver con mejorar la salud física o mental. Sin embargo, me atrevo a decir sin temor a equivocarme, que la mayoría de ellas, carecen de un verdadero significado transformador y terminan siendo la mayoría de las veces simple palabrería, puras trivialidades cargadas de vanidad que solo alimentan el ego, y por lo tanto, no trascienden.
En lo personal, siendo ya una persona transformada y conocedora de la Palabra, he optado por proponerme metas de alcanzar más personas a las que les pueda llevar el evangelio cada vez que cambie el calendario. Aunque un poco tarde, he entendido, que el mayor acto de amor que podamos hacer por cualquier persona es brindarle la oportunidad de conocer el Dios de la Biblia, motivarle a que se relacione con Él y por supuesto, que pueda comprender el verdadero evangelio manifestado en la persona de Jesucristo. Es el mejor regalo que podamos dar a alguien en toda nuestra existencia.
Muy seguramente vas a compartir esta fecha con hermanos, padres, tíos, cuñados, suegros, hijos, primos y amigos, aprovecha entonces la oportunidad para que, en una pequeña oración de año nuevo, le des gracias al Padre por la vida y el amor que compartes con los allí reunidos, agradece también por el nuevo año, que lo reconocemos como una nueva oportunidad para edificar nuestra fe en la medida de conocerle y entenderle.
Pídele perdón por la terquedad y
la necedad de aquellos que aún no lo buscan, que aunque confiesan creer en Él,
aun no le conocen y por lo tanto, andan en desobediencia. Dile además que
prometes vivir cada día con optimismo y bondad. Pídele por ti y los tuyos mucha
paz, alegría, fuerza, prudencia, misericordia, y sabiduría; pero, sobre todo,
por mucha prosperidad espiritual para que los corazones de todos los allí
presentes, se ablanden y permanezcan llenos del Espíritu Santo.
Dale gracias por la salud, por las flores, las plantas y los animales, por el aire, la tierra, el agua y el sol; por las alegrías e incluso por los momentos difíciles y de dolor, pues en estos, es precisamente cuando ponemos nuestra fe a prueba y esperamos confiados en su misericordia. Permite amado Padre que los aquí presentes vean la vida desde tu perspectiva y no desde la nuestra. Solo así podremos aprender, que la vanidad del hombre es insulsa, pasajera y pretenciosa, que lo verdaderamente importante en nuestra existencia es el gozo de poder trascender, para volver a compartir en tu presencia.
Pídele por las personas que a lo largo de estos meses amaste, en especial tu cónyuge, tus hijos, hermanos, cuñados, sobrinos y demás familiares. Ruega también por las personas que te dieron la mano y por aquellos a los que pudiste ayudar, con los que compartiste la vida, el trabajo, el dolor, la alegría y sobre todo tu Palabra.
Que para este próximo año que comienza, sea el Espíritu Santo quien gobierne todos nuestros días, danos felicidad y enséñanos a repartirla a otros. ¡Amén!
EL DISCURSO DE DESPEDIDA
Vinimos al mundo por obra y gracia del Creador del Universo, quien según su Palabra nos consideró la mejor de sus criaturas, nos dotó de inteligencia y espíritu a su imagen y semejanza. Gozábamos de su presencia y no conocíamos que era la maldad, pues todo era perfecto. Nos dio un sitio excepcional para vivir, que llamó el paraíso y, además, nos otorgó potestad y dominio sobre la demás creación. Teníamos libertad para hacer cualquier cosa, excepto desobedecerlo.
“Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor”.
"Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia".